‘¿Vas a matarme?’: una mujer que pidió auxilio durante un año falleció luego de una agresión
GRANTHAM, Inglaterra — Daniela Espirito Santo murió mientras esperaba en el teléfono a que la policía respondiera su llamada de auxilio. Era la …
GRANTHAM, Inglaterra — Daniela Espirito Santo murió mientras esperaba en el teléfono a que la policía respondiera su llamada de auxilio.
Era la séptima vez en un año que denunciaba a su novio ante la policía, incluso por amenazas de muerte y por intentar estrangularla. Dos de esas llamadas se produjeron en las horas previas a su muerte. La primera fue por la mañana, después de que su novio la inmovilizara sobre la cama y presionara con su antebrazo la garganta de ella.
“¿Esto es todo?”, dijo Espirito Santo, de 23 años, mientras jadeaba, según un informe policial. “¿Vas a matarme esta vez?”.
La policía lo detuvo, pero lo liberó rápidamente. El hombre regresó al apartamento de Espirito Santo y poco después ella llamó a la policía para denunciar que la había agredido de nuevo. El operador le dijo que su situación no era una emergencia, porque el novio se había ido de la vivienda. La redireccionó a una línea telefónica para casos no urgentes y colgó a los 94 segundos.
Poco más de una hora después, Espirito Santo fue declarada muerta; la causa fue insuficiencia cardíaca. No llegó a hablar con el operador de los casos no urgentes. Su llamada permaneció en espera durante ocho minutos, y cuando el telefonista contestó, los únicos sonidos eran los gritos de su bebé de siete meses. Más tarde, la policía la encontró desplomada en su sofá, sin respirar, con su desconsolado bebé acunado sin fuerzas en un brazo.
Su muerte, sucedida el 9 de abril de 2020, hizo que Espirito Santo forme parte de una sombría estadística: es una de las 16 mujeres y niñas muertas en presuntos homicidios domésticos durante el primer mes de confinamiento en Gran Bretaña, más del triple en comparación con los casos registrados en ese mes del año anterior, y se trata de la cifra más alta en una década. Pero también ilustra otra falla en los esfuerzos de las autoridades británicas para enfrentar la violencia contra las mujeres: el reiterado fracaso de los fiscales a la hora de castigar a los maltratadores.
Acusado inicialmente de homicidio, el novio, Julio Jesus, que entonces tenía 30 años, fue finalmente condenado a diez meses tras las rejas. La Fiscalía de la Corona, el ministerio público nacional, retiró la acusación de homicidio debido a los complicados dictámenes médicos sobre el estado del corazón de Espirito Santo, y lo condenó por dos cargos de agresión grave. Fue liberado antes de que terminara el cierre impuesto por el coronavirus en Inglaterra.
“Hubo una letanía de fracasos en la que, una vez más, no se ha escuchado la voz de una mujer”, dijo Jess Phillips, legisladora laborista que habla en nombre de la oposición sobre la política de violencia doméstica. “Este caso demuestra que nada está cambiando, aunque se siga prometiendo a las víctimas que sí”.
Gran Bretaña sufre una crisis de violencia contra las mujeres que se ha agravado durante la pandemia. Pero menos del dos por ciento de los casos de violación y el ocho por ciento de los casos de abuso doméstico denunciados a la policía en Inglaterra y Gales son procesados, incluso cuando las denuncias están aumentando.
La nación se conmocionó a principios de este año cuando un agente de policía confesó haber raptado, violado y asesinado a Sarah Everard, una ejecutiva de mercadeo de 33 años que fue secuestrada mientras caminaba hacia su casa en el sur de Londres. El crimen puso de manifiesto la vulnerabilidad que sienten muchas mujeres británicas y su preocupación porque la policía y la fiscalía no las protegen.
El Parlamento aprobó recientemente una nueva legislación sobre maltrato doméstico. Pero cambiar las políticas y la opinión pública ha sido difícil durante décadas. Los errores y las oportunidades perdidas por la policía suelen permanecer ocultos.
El caso de Espirito Santo se ajusta a ese patrón. Su muerte en Grantham, una ciudad comercial en el condado inglés de Lincolnshire, mayoritariamente rural, recibió poca atención externa y se consideró una tragedia, no un escándalo. La investigación sobre su muerte está en el limbo. La policía de Lincolnshire —un pequeño cuerpo que cubre una amplia zona con una población escasa, pero a menudo necesitada— se negó a conceder una entrevista, al igual que la Fiscalía de la Corona.
Pero una investigación de The New York Times deja al descubierto la escalada de abusos que denunció Espirito Santo, ofrece una visión poco común de los errores policiales y plantea dudas sobre la decisión de los fiscales de retirar la acusación de homicidio. El Times obtuvo un informe confidencial de 106 páginas elaborado por la Oficina Independiente de Conducta Policial, un organismo oficial de control, sobre la gestión del caso por parte del cuerpo de Lincolnshire.
El informe documenta las interacciones cada vez más desesperadas de Espirito Santo con la policía, y revela una respuesta descuidada a medida que su situación empeoraba. Señala que algunos agentes masculinos sintieron compasión por Jesus antes de dejarlo en libertad bajo fianza, incluido uno que dijo que su “mayor preocupación” era la salud mental del novio.
Harriet Wistrich, destacada abogada y directora del Centro para la Justicia de las Mujeres, dijo que algunos policías y fiscales siguen manteniendo actitudes anticuadas y misóginas, como considerar que el maltrato doméstico es algo privado, o creer que las mujeres se irían si su situación fuera realmente grave.
El año pasado, el Times informó de los fracasos del gobierno en materia de maltrato doméstico al inicio de los confinamientos en Gran Bretaña, que dejaban a las víctimas atrapadas en casa con los maltratadores y aisladas de la familia y los amigos. Las normas eran especialmente restrictivas para las personas con graves problemas de salud, como Espirito Santo, que tuvo que interrumpir su trabajo en una residencia de ancianos.
“El caso de Daniela es un fracaso escandaloso de la policía a la hora de reconocer a alguien que corría un riesgo creciente de homicidio doméstico”, dijo Wistrich. “Pero es tristemente ilustrativo de muchos casos que vemos”.
La policía de Lincolnshire se negó a responder incluso a las preguntas escritas, citando la preocupación de perjudicar una futura investigación. Un portavoz de la Fiscalía de la Corona dijo que esa instancia estaba decidida a mejorar el tratamiento de los delitos contra mujeres y niñas y a “reducir la brecha” entre “las denuncias de estos terribles delitos y los casos que llegan a los tribunales”.
La historia de Espirito Santo —reconstruida por el Times a través del informe confidencial, otros documentos y más de una docena de entrevistas— es la de un grito de ayuda que duró un año y que no fue escuchado.
“Todo sucedió porque la policía no ayudó a Daniela cuando ella llamó”, dijo Isabel Espirito Santo, la madre de Espirito Santo. “Si la policía hubiera ayudado más, creo que ella podría seguir aquí”.
Oportunidades perdidas
Espirito Santo estaba embarazada de su segundo hijo cuando denunció por primera vez a Jesus a la policía. Era el 19 de mayo de 2019 y contó a los agentes que él la había amenazado de muerte, que era violento, controlador y “excesivamente celoso”.
Pero ella no quiso presentar cargos.
Así comenzaría un patrón que solo terminó horas antes de que Espirito Santo muriera. Como muchas víctimas de maltrato doméstico, estaba desesperada por recibir ayuda, pero era reacia a invocar la ley. El miedo a las represalias era parte del problema, pero también le preocupaba ser madre soltera. Y amaba a Jesus y esperaba que cambiara, dijo su madre. (Jesus no respondió a las preguntas del Times).
El simple hecho de llamar a la policía representaba un paso. Su madre había llegado a Inglaterra desde Portugal en 1999 con la esperanza de una vida mejor. Charly Price-Wallace, amiga de infancia de Espirito Santo, la recuerda como “la persona más dicharachera y directa”, alguien con un travieso sentido del humor que una vez soñó con ser auxiliar de vuelo.
Mucho antes de esa llamada, dijo Price-Wallace, su amiga le confió sus problemas. Dijo que Jesus había vaciado la cuenta bancaria de Espirito Santo poco después del nacimiento de su hija para comprar drogas. En una ocasión, Jesus la golpeó luego de que ella se le enfrentara, dejándola con un “enorme ojo morado”, dijo Price-Wallace.
“La mayor parte de la violencia se debió a que él cogía dinero para comprar drogas y ella lo cuestionaba”, dijo Price-Wallace, lo que corrobora los informes de Espirito Santo a la policía.
Espirito Santo llamó a la policía tres veces más en los meses siguientes. En su cuarta llamada, el 6 de noviembre, dijo que Jesus la empujó y “le había agarrado la mandíbula y girándole la cabeza mientras le sujetaba el brazo”, según el reporte del grupo de defensa; ella le había mordido la mejilla en defensa propia. Un agente masculino dijo que “dio a ambas partes palabras de consejo”.
Pero el 29 de diciembre, una “histérica” Espirito Santo hizo su quinta llamada y le dijo al operador que el día de Navidad, Jesus “se le puso enfrente y la había agarrado tan fuerte que apenas podía respirar”, según el informe del organismo de control. Al día siguiente, dijo, la había estrellado contra una pared.
Se envió dos agentes como “prioridad”. Debido a la falta de personal, llegaron casi cuatro horas más tarde. El agente principal señaló que la pareja tenía “problemas de comunicación” y que “no estaba preocupado”.
La policía nunca actuó ante la escalada de violencia. La reticencia de Espirito Santo a presentar cargos fue un obstáculo, pero las autoridades pueden procesar sin el apoyo de la víctima. También podrían haber recurrido a opciones civiles como una orden de alejamiento u ofrecer servicios de apoyo a las víctimas.
Y las autoridades británicas coinciden en que la carga no debería haber recaído en Espirito Santo. En 2014, el examen de un organismo de control policial sobre las denuncias de maltrato doméstico afirmó que el trabajo de los agentes era “construir el caso para la víctima, no esperar a que la víctima construya el caso para la policía”.
‘¿Esto es todo?’
Quince horas antes de morir, Espirito Santo hizo su penúltima llamada a la policía. Eran las 9:48 a.m. Le dijo al operador que Jesus la tiró sobre la cama y le había agarrado el cuello, dejándole una marca. Se había marchado, pero no antes de inmovilizarla con la puerta de casa y amenazarla con matarla. Cuando llegaron dos agentes, ella aceptó iniciar una acusación.
Dijo a los agentes que había “perdido la cuenta” de las veces que Jesus la había agredido, a menudo apretando su cuello con tanta fuerza que le costaba respirar. Dijo que a veces la golpeaba contra los muebles, que una vez le había roto un dedo y que temía que la matara.
Dos horas más tarde, Jesus fue detenido, llorando mientras lo llevaban a prisión. Esa misma tarde, Espirito Santo llamó a Price-Wallace y le dijo que la policía le había dicho que Jesus quedaría en libertad a la espera de una decisión sobre los cargos.
“Estaba llorando, estaba petrificada, me suplicaba que la ayudara”, dijo Price-Wallace.
“Mis últimas palabras para ella fueron: ‘Tienes que salir, porque te va a matar’”, dijo.
Antes de su liberación, Jesus prometió no visitar el apartamento de Espirito Santo ni ponerse en contacto con ella. En las declaraciones de los testigos de la policía, los agentes de custodia masculina lo describieron como “arrepentido”, y uno de ellos añadió que no parecía “una amenaza para nadie”. El mismo agente dijo después que “olvidó” registrar una dirección de fianza para Jesus, que había dicho que se quedaría con su hermana, aunque se sabía que estaba distanciado de ella.
Los agentes también habían recibido una nueva directiva para detener a menos sospechosos como forma de evitar la propagación del coronavirus. Jesus fue liberado a las 6:04 p.m., sin supervisión policial. Veinte minutos después, envió a Espirito Santo un mensaje en Facebook, violando los términos de su liberación.
“¿Por qué?”, preguntó.
“Me volviste a dejar moretones”, respondió ella. “Solo quería que fuéramos una familia feliz, pero cada vez que lo intento pasa algo”.
A las 8:10 p.m., Jesus había llegado al apartamento de Espirito Santo, según los datos del celular. Tres horas después, ella hizo una última llamada de auxilio. Dijo que Jesus estaba bajo fianza y que la había dejado “herida” y “cubierta” de marcas. El operador de policía no confirmó la dirección de Espirito Santo ni le preguntó su nombre, según las transcripciones de las llamadas, lo que significa que no estaba al tanto de sus anteriores llamadas de auxilio.
Sí confirmó que Jesus se había ido, aunque la llamada terminó antes de que el carro del novio fuera visto abandonando la zona.
“¿Así que no necesitas una ambulancia?”, preguntó el operador.
Espirito Santo pareció confundida y respondió: “Sí, no”. El operador le dijo que llamara al número para casos no urgentes.
Tras colgar, el operador comprobó la ubicación de Espirito Santo y se dio cuenta de su error. Solo entonces vio que esa mañana se había colocado una advertencia policial —un marcador de registro crítico— en la dirección de Daniela. Cualquier llamada desde allí debía ser tratada como “urgente”. Envió rápidamente a los agentes, pero ya era demasiado tarde.
Poco después de la 1:00 a.m., la policía visitó a Isabel Espirito Santo para decirle que su hija había muerto.
“Dios mío”, recuerda haber pensado. “¿Qué ha pasado con mi vida?”.
El crimen ‘perfecto’
En primavera, un par de semanas antes de que comenzara el juicio, la policía volvió a llamar a la puerta de Isabel Espirito Santo y le dijo que los fiscales retiraban la acusación de homicidio contra Jesus por falta de pruebas.
Ella lloró. “Le dije a la policía que esto es un crimen perfecto”, recordó. “Porque Julio sabe lo que pasó: sabía que si estresaba a Daniela, ella podía fallecer”.
En 2015, Daniela Espirito Santo había sido diagnosticada con una enfermedad cardíaca que implica una inflamación del corazón. Un examen post mortem por parte de las autoridades concluyó que las agresiones podrían haber desencadenado su insuficiencia cardíaca.
Según la legislación inglesa, un acto “ilícito y peligroso” puede calificarse de homicidio si resulta en una muerte, incluso si el asesinato no fue intencionado. Los culpables pueden ser condenados a cadena perpetua.
Pero los fiscales decidieron retirar la acusación después de que un cardiólogo contratado por los abogados de Jesus argumentara que, si bien la agresión podía haber causado la insuficiencia cardíaca, también podía hacerlo una discusión verbal.
Los fiscales llegaron a la conclusión de que ya no podían cumplir con los criterios para una condena por homicidio al demostrar que la insuficiencia cardíaca fue causada por una agresión, dijo un portavoz de la Fiscalía de la Corona.
Eso sucedió a pesar de que Espirito Santo había denunciado una agresión, y no una discusión, minutos antes de su muerte; a pesar de que Jesus admitió que la había agredido esa mañana; y a pesar de su historial de denuncias por violencia doméstica.
El informe oficial del organismo de control sobre la policía de Lincolnshire concluyó que la “toma de decisiones de sus agentes puede haber influido en las circunstancias de los acontecimientos” en torno a la muerte de Espirito Santo, si no haberla provocado, y culpó a los agentes de una “falta de consideración detallada de la situación de Jesus” al ponerlo en libertad.
Sin embargo, el informe no recomendaba medidas disciplinarias y solo mencionaba una “posible recomendación de aprendizaje”: una política formal sobre el envío de llamadas al número de casos no urgentes, un cambio que se ha implementado. En una declaración al Times, el organismo de control dijo que también había hecho recomendaciones de “aprendizaje” para dos agentes que interactuaron con Jesus.
Nicole Jacobs, la comisionada de abuso doméstico, un nuevo cargo creado por el gobierno, criticó a la policía y a los fiscales por no tener “una comprensión completa del abuso doméstico, o un reconocimiento de la gravedad del abuso”.
“Los acontecimientos que condujeron a la muerte de Daniela son impactantes y trágicos, pero estos errores no son raros”, dijo Jacobs. “En el caso de Daniela hay muchas pruebas de que los abusos iban en aumento y de que ella estaba cada vez más preocupada por su seguridad”.
Sin justicia
Semanas después de que Jesus saliera de la cárcel en marzo de este año, el Parlamento británico aprobó la Ley de Abuso Doméstico. Era una respuesta a la creciente indignación por los errores en los casos de maltrato. Por primera vez, la ley establecía que el estrangulamiento no mortal —que Espirito Santo denunció repetidamente— es un delito penal, que conlleva hasta cinco años de prisión.
Como este tipo de estrangulamiento no suele dejar marcas, la policía no suele reconocerlo como un delito grave. Los fiscales, a su vez, no presentan cargos más graves. Los defensores de las víctimas de abusos han acogido con satisfacción la ley, pero afirman que no cambiará mucho si la policía y los fiscales no reciben formación sobre su uso y se les dota de los recursos adecuados.
El 5 de julio, cuando Espirito Santo habría cumplido 25 años, su madre y otras dos docenas de personas esparcieron sus cenizas en su lugar favorito, un lago de la campiña de Lincolnshire. Su abuela hizo una lectura en portugués en la orilla del lago. Su madre lloró.
“No se me hizo justicia en los tribunales”, dijo. “Pero creo en la justicia de los dioses”.
Si sufres malos tratos en Estados Unidos, llama a la línea nacional de atención al abuso doméstico en el 1-800-799-7233 o en el 1-800-787-3224 (TTY). Hay más recursos disponibles en www.thehotline.org. En el Reino Unido, llama al 0808 2000 247, o visita www.nationaldahelpline.org.uk.
Jane Bradley es la corresponsal de investigación de The New York Times para Reino Unido. Desde Londres se enfoca en descubrir los abusos de poder, los crímenes financieros y la corrupción y las injusticias sociales. @jane__bradley