El Salvador adopta el bitcóin y despierta críticas nacionales y la admiración de la comunidad de criptomonedas
CIUDAD DE MÉXICO — El Salvador se convirtió el martes en el primer país que adopta el bitcóin como moneda de curso legal, permitiendo que la …
CIUDAD DE MÉXICO — El Salvador se convirtió el martes en el primer país que adopta el bitcóin como moneda de curso legal, permitiendo que la criptomoneda se utilice en cualquier transacción, desde comprar una taza de café hasta pagar impuestos.
La audaz estrategia, celebrada en gran medida por la comunidad internacional del bitcóin, ha tenido una recepción escéptica en el país y en el mundo financiero tradicional. Además genera preocupación por la posibilidad de que ocasione inestabilidad y riesgos innecesarios para la frágil economía del país centroamericano.
El presidente Nayib Bukele, un milénial muy versado en los temas tecnológicos, ha promovido la adopción de la moneda digital y la presenta como una forma de que más salvadoreños se integren a la economía formal —se calcula que alrededor del 70 por ciento de las personas del país no tienen cuentas bancarias—. El mandatario sostiene que el uso de la criptomoneda haría que recibir remesas del exterior fuese más rápido y barato, y podría liberar a la nación endeudada del control del sistema financiero global tradicional.
Hacer que el bitcóin sea una moneda de curso legal, junto con el dólar que es utilizado en el país desde 2001, forma parte de la estrategia de Bukele para atraer a los empresarios de las criptomonedas, que parecieran ser su audiencia principal.
El país se enteró del plan cuando Bukele lo anunció, en inglés, en una conferencia de bitcóin en Miami. Días después, mientras el congreso votaba para aprobar la medida, el presidente conversó con estadounidenses interesados en las criptomonedas en un evento en las redes sociales.
En El Salvador, muchos ven la medida con confusión y desconfianza, temerosos de que la volatilidad inherente al uso de tokens virtuales sin respaldo físico, que pueden aumentar y colapsar de valor, podría ser peligrosa para la economía y para sus propios ahorros.
“Realmente no sabemos cómo va a funcionar ese sistema”, dijo Evelin Vásquez, de 52 años, quien vende teléfonos móviles en San Salvador, la capital, y sabe que las fluctuaciones en el valor del bitcóin podrían hacer que sus ahorros desaparezcan.
“Puedes perder lo que inviertes y no ganar nada”, agregó.
A los analistas financieros les preocupa que esa inestabilidad afecte toda la economía.
“Tener esa riesgosa volatilidad en el tipo de cambio es lo que se quería evitar cuando El Salvador adoptó el dólar”, dijo Jaime Reusche, del servicio de calificación Moody’s, que rebajó la calificación de El Salvador en julio en parte debido a la ley del bitcóin. “Esto claramente no tiene precedentes”.
El desarrollo del bitcóin y miles de otras criptomonedas en poco más de una década ha cambiado la definición del dinero y está transformando los servicios financieros, por lo que funcionarios de todo el mundo luchan por ponerse al día.
La nueva política de El Salvador lo pone a la vanguardia de una revolución en las finanzas de las cadenas de bloques, donde un universo paralelo de servicios bancarios alternativos basados en criptomonedas está en auge y despierta la preocupación de los funcionarios en Washington y otros centros de poder.
Aún no se sabe cómo evolucionará esta medida.
La nueva ley estipula que todas las empresas deben aceptar los bitcoines como pago. El gobierno también creará un fideicomiso con 150 millones de dólares en fondos públicos para facilitar las conversiones de dólares, entre otras cosas.
Para promover el uso del bitcóin, el gobierno lanzó una billetera digital llamada “Chivo” (un término usado en El Salvador para decir que algo es cool) y pagará un bono de bitcoines de 30 dólares a los ciudadanos que la descarguen. Según Bukele, los salvadoreños también podrán retirar fondos en efectivo de 200 cajeros automáticos y 50 centros de consultoría en todo el país.
Pero solo alrededor de un tercio de los salvadoreños usa internet y casi un cuarto vive por debajo del umbral de pobreza. La mayoría ha dicho que tiene poca intención de usar los bitcoines, según una encuesta reciente del periódico La Prensa Gráfica.
El entusiasmo generado en el exterior por la medida del gobierno salvadoreño no tiene la misma aceptación entre muchas personas del país, quienes perciben que esa decisión es un eco del colonialismo financiero que el movimiento global de las criptomonedas busca socavar.
“Parece que, para ellos, El Salvador solo es una herramienta para promover sus criptomonedas”, dijo Tatiana Marroquín, una economista salvadoreña. “El Salvador no solo es un medio para un fin, para nosotros, El Salvador es el fin”.
Incluso algunos defensores del bitcóin son cautelosos, dijo Jerry Brito, miembro del Coin Center, un grupo de investigación de las criptomonedas basado en Washington. Según Brito, hay “contradicciones obvias” en la adopción oficial por parte de un gobierno nacional de una moneda diseñada para frustrar el control gubernamental sobre el dinero.
Los reguladores financieros internacionales también han expresado algunas preocupaciones legales. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que está analizando un acuerdo de financiamiento con El Salvador, han dicho que la adopción del bitcóin podría hacer que el país sea susceptible a las operaciones de lavado de dinero y otras actividades financieras ilícitas.
El Zonte, un pueblo costero en El Salvador, se convirtió en la prueba de fuego para la adopción nacional de la moneda después de que un donante anónimo comenzó a minar bitcoines en la comunidad en 2019. Si bien la aceptación del bitcóin entre los residentes ha sido mixta, algunos lugareños defienden el éxito del experimento.
Naotoshi Yamasaki, un surfista, dijo que los cajeros automáticos de bitcoines agotan rápidamente su límite de dólares pero, en general, el proyecto ha funcionado.
“Todos usamos bitcoines”, dijo, a pesar de que existe la conciencia de que con las criptomonedas, su dinero puede “aumentar, al igual que podría disminuir”.
Esta volatilidad es uno de los muchos obstáculos al momento de aplicar las lecciones de una tranquila ciudad costera a un sistema financiero nacional. Los cambios de precio del bitcóin podrían desafiar la capacidad del gobierno para satisfacer las necesidades de conversión. Y si se liquida el fondo fiduciario, los contribuyentes podrían estar en problemas, argumenta George Selgin, economista monetario del Instituto Cato.
Pero los defensores de las criptomonedas dicen que el bitcóin solo es el primer paso hacia un mundo más grande de servicios financieros alternativos que podrían facilitar la recepción de remesas del extranjero, de las que los salvadoreños dependen cada vez más, y atraer inversores.
Matthew Sigel, jefe de investigación de activos digitales en VanEck, la firma global de gestión de activos, tiene dudas sobre cómo operará el fondo del gobierno, pero cree que las criptomonedas pueden ayudar a que El Salvador se “libere del yugo del colonialismo del dólar” implementando métodos creativos de inversión que eludan los canales tradicionales y con operaciones de minería de bitcoines que aprovechen los recursos naturales.
Para muchos observadores, la medida es un símbolo de la tendencia de Bukele hacia la autocracia.
Bukele, un joven y carismático líder político que maneja las redes sociales para acumular fanáticos y enfrentarse a sus enemigos, ha utilizado cada vez más su control sobre el país para concentrar el poder y silenciar a los oponentes.
La semana pasada, Mario Gómez, un crítico abierto de la ley del bitcóin, fue detenido brevemente sin una orden judicial y la policía le confiscó sus teléfonos celulares.
“Hay un deterioro de la libertad de prensa y la libertad de expresión”, dijo Otto Flores, abogado que representa a Gómez. “Es preocupante, y no se puede negar”.
Una portavoz del gobierno declinó hacer comentarios sobre esta política. La policía nacional dijo en Twitter que Gómez está siendo investigado por “fraude financiero”.
Bukele se muestra firme ante las críticas. “Los salvadoreños ya me conocen y saben que jamás haría algo que no fuera en su beneficio”, dijo en Twitter, en junio.
Y, a pesar de la oposición generalizada al bitcóin, el presidente mantiene una popularidad altísima, con un 85 por ciento de aprobación, según una encuesta de La Prensa Gráfica realizada la semana pasada.
Con ese grado de apoyo, y con el control absoluto que tiene sobre las instancias del poder, es poco probable que se detengan los planes de Bukele, bien sea en el caso de los bitcoines o para cualquier otra reforma.
“El régimen tiene un control muy poderoso”, dijo Noah Bullock, director ejecutivo de Cristosal, una organización de derechos humanos. “Él es todo”.
Nelson Rentería colaboró en este reportaje desde San Salvador.
Ephrat Livni escribe desde Washington sobre la intersección de negocios y políticas para DealBook. Antes fue reportera sénior en Quartz, en donde cubría legislación y política, y ha ejercido la abogacía en los sectores público y privado. @el72champs